Manudos y liguistas

Dennis Meléndez
6 de febrero de 2011

Odilíe Mora de Chacón fue mi profesora de Estudios Sociales en mi primer año, en el Liceo de San José. Tenía una forma de contar la historia que cautivaba aún a los chiquillos más abstraídos. La siguiente es una historia que nos contó en una de sus clases, la cual trato de repetir, a grandes rasgos, con el riesgo de que mi imaginación traicione a mi memoria. Sirva a la vez, como un mínimo homenaje para ella, quizás la mejor profesora que tuve en mi vida.

Cuando llegó el acta de independencia desde León, Nicaragua, el 13 de octubre de 1821, los costarricenses, poco interesados en los asuntos políticos y sin mucha preocupación por ser o no independientes, reunidos en cabildo abierto en Cartago, tomaron, el 1 de noviembre, tras muchas discusiones y discrepancias, y muchos temores, la decisión de declarar el país independiente de España y anexarlo, al imperio de Iturbide, de México.

Aquella decisión no fue bien recibida por toda la población, y conforme se fue extendiendo, en los siguientes meses, por todo el territorio, surgieron voces disidentes. Una de ellas, la de Gregorio José Ramírez, connotado ciudadano alajuelense, nacido en La Villita (San José), en 1796. La gota que rebalsó el vaso fue la noticia, de que, el 29 de marzo de 1823, don Joaquín de Oreamuno derrocó a don Rafael Francisco Osejo y pretendía devolver el país a la monarquía de Iturbide, ignorantes de que esta ya no existía.

A juicio de los alajuelenses, aquello era más que una locura.  ¿Cómo no aprovechar esta oportunidad para declarar al país una república independiente, cosa que de por sí se vivía de hecho? Siempre existía la zozobra de que, en cualquier momento, cayesen por acá los temidos recaudadores de impuestos de la Capitanía General. El Ayuntamiento de La Lajuela (ya con el nombre oficial de Alajuela desde 1813) nombró a Ramírez, Comandante General de Armas, y le encargó avanzar hacia Cartago para defender la instauración de una república independiente

Don Gregorio José organizó un pequeño ejército y marchó hacia Heredia y luego a San José, a  rebelarse contra los timoratos cartagos, quienes, según decía, le habían tenido miedo a asumir la responsabilidad de autogobernarse. En Heredia, no fueron bien recibidos, pues los heredianos concordaban con la posición de los cartagos de evitarse problemas, “no fuera a ser que fuerzas extranjeras enviaran soldados a estas tierras y, totalmente desprotegidos, les avasallaran”.

El grupo siguió su marcha hacia San José, en donde encontraron un ambiente menos hostil, aunque siempre temeroso. Don Gregorio José, convocó a los vecinos a la plaza principal, frente a lo que hoy es el Teatro Melico Salazar, hizo instalar un cadalso y amenazó a los josefinos con que, aquel que se opusiera a la decisión independentista, lo haría colgar ante vista de todos.  Ante tan convincente argumento, los josefinos abrazaron las ideas republicanas con gran entusiasmo.  En reunión conjunta, alajuelenses y josefinos comunicaron a los cartagos, mediante una posta, que no aceptaban su decisión y que estaban dispuestos a combatirla por cualquier medio.

Aquel correo, cargado de amenazas e irrespeto hacia las más altas autoridades  capitalinas, enardeció los ánimos de Oreamuno y sus subalternos, quienes respondieron que no estaban dispuestos a soportar tales enjundiosos desafueros. A esta posición se adhirió los delegados de Heredia, quienes enviaron un contingente de 93 hombres a Cartago, para apoyar la causa imperialista.

Grupos armados imperialistas emprendieron la marcha hacia San José, con el armamento que se tenía en el cuartel de Cartago y con la imagen de la virgen de Los Ángeles, como protectora celestial.  Lo mismo hicieron josefinos y alajuelenses. Ambos contingentes se encontraron en el Alto de las Lagunas (hoy Ochomogo), el 5 de abril.

A los primeros disparos, y ante las primeras bajas, los improvisados soldados heredianos salieron despavoridos hacia el Tablazo, en donde permanecieron escondidos varios días. Desconcertados y después de una corta resistencia, los cartagos huyeron hacia su ciudad. En aquella confusión dejaron abandonada su  tan querida imagen de la virgen patrona. Ramírez y sus hombres los siguieron hasta la ciudad, tomaron posesión de los documentos oficiales y emprendieron su regreso a San José, con todo y la imagen de la virgen, decretando que, a partir de ese momento, Cartago no sería más la capital del Estado, sino San José, ciudad que aportó el mayor número de soldados a la aventura independentista. Quizás atendiendo a sus problemas de salud, Ramírez ejerció el poder tan solo por diez días, el que entregó al presidente del Congreso, José María de Peralta, en un gesto que la historia costarricense le reconoció bastante tarde.

La mayor afrenta, para los cartagos fue el robo de su preciada imagen, la que fue entronizada en la parroquia de San José.

Por su cercanía geográfica, el rencor entre heredianos y alajuelenses se mantuvo y retroalimentó por muchos años. Para los alajuelenses, los heredianos se comportaron como cobardes, pues se escondieron en la montaña, por lo que empezaron a llamarlos con el mal nombre de los “taltuzos”. Las taltuzas son esos destructivos topos que con frecuencia invaden los sembrados, y que se mantienen escondidos bajo la tierra. Ante ese insulto, los heredianos empezaron a llamar a los alajuelenses, manudos, que en el lenguaje de esa época significaba ladrones. ¡Y cómo no! Se habían robado no solo la capital sino la preciada imagen de la virgen, que si bien devolvieron, fue solo por temor a un castigo divino.

Por caprichos de la memoria colectiva, el sobrenombre de taltuzos cayó en el olvido, pero no así el de manudos, el cual perdió con el tiempo su carácter peyorativo y aceptan hoy con orgullo los alajuelenses.

Pero, ¿por qué también se les llama liguistas? Muchos lo asocian con el nombre del equipo de esa ciudad, la Liga Deportiva Alajuelense. Pues no. El origen es mucho más antiguo y se remonta al año de 1835 cuando se dio la segunda guerra civil, entre San José, por un lado, y la Liga, constituida por Heredia (capital en ese entonces en virtud de la Ley de la Ambulancia que implicaba una capital rotativa por períodos de 4 años), Alajuela, Cartago, Barba y Esparza. La guerra se suscitó para derrocar a Braulio Carrillo quien había anulado la Ley de la Ambulancia y estableció la capital en San Juan del Muriciélago (hoy Tibás).

Las tres ciudades, que mantenían un sitio sobre San José, iniciaron conversaciones con Carrillo. Éstas, pronto fueron desconocidas por los cartagos, pues consideraron que don Nicolás Ulloa, quien había sido declarado Dictador de La Liga, solo había obtenido beneficios para Heredia y Alajuela. Cartago se retiró de la Liga y atacó San José. Rápidamente, las tropas de Carrillo derrotaron a Cartago, mientras que los heredianos y alajuelenses permanecían a la expectativa al lado oeste del Virilla. Carrillo se sintió traicionado y derrotó a los ligueros o liguistas ocupando las ciudades de Heredia y Alajuela, con lo cual concluyó la guerra. El 27 de mayo de 1839, Carrillo decretó que San José sería, por siempre, la capital del Estado.

Los josefinos llamaron, con propiedad, liguistas a los habitantes de Heredia y Alajuela (no así a los cartagineses pues abandonaron La Liga a última hora). De nuevo, el tiempo hizo que el nombre se especializara solo para los alajuelenses.

Cuando el 18 de junio de 1919 se fundó el equipo de Alajuela, a partir de su predecesor, el Once de Abril, a sugerencia de su primer presidente don Ramón Aguilar Soto, se le inscribió como Liga Deportiva Alajuelense, quizás para hacerlo concordar con aquella Liga y al sobrenombre de liguistas que se daba a los manudos.

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  1. #1 por Carlos Calderón Rodríguez el 7 febrero, 2011 - 7:07 PM

    Excelente recuento.

  2. #2 por Laura el 12 septiembre, 2011 - 9:39 PM

    Muchas gracias, Don Dennis… Inmensamente valiosa esta información para quienes queremos conocer sobre costarriqueñismos y otros temas propios de nuestra Costa Rica.

    • #3 por Dennis Meléndez Howell el 17 septiembre, 2011 - 7:47 PM

      Con mucho gusto, lo hago simplemente como un hobbie. A veces no tengo tiempo para investigar y algunas investigaciones se me complican. Trato de rescatar mucho de tradición oral, lo cual a veces puede introducir imprecisiones, pero es una gran fuente que no hay que dejar que se pierda.

  3. #4 por ddelgado14 el 25 noviembre, 2012 - 4:04 PM

    Muy buena historia!! Esto me inspiró a regresar a WordPress. Viva la Liga!! Exactamente esto estaba buscando leer.

  4. #6 por Mónica Valverde el 19 febrero, 2014 - 11:23 AM

    Lectura interesante. Un dato curioso es que San Juan de Tibás continúa siendo la capital oficial de C.R, pues la ley nunca fue derogada, de manera oficial y no hay una ley que declare a San José como nuestra capital.Lo es de hecho, pues el decreto de Braulio Carrillo no sería suficiente para establecerla como cabeza del país.

    • #7 por Dennis Meléndez Howell el 19 abril, 2014 - 7:09 PM

      Ese detalle de San Juan de Tibás, que formalmente sigue siendo la capital del país, era, para mí, totalmente desconocido. Interesantísima anécdota. Muchas gracias por compartirla.

  5. #8 por franconsultor el 8 abril, 2015 - 2:07 PM

    Reblogueó esto en franconsultory comentado:
    Gracias por compartir

  6. #9 por Giovanni Arguedas el 5 febrero, 2021 - 8:20 PM

    Yo también fui alumno de ella en 8º y 9º creo en el liceo San José. Era toda una cátedra. Más parecía una profesora de historia. Había que correr para tomar apuntes. Desgraciadamente un cuaderno que guarde de recuerdo mi hermano me lo desapareció.
    Lo felicito por tan excelente relato. Y doña Odilíe que de Dios goce.

  7. #10 por Eduardo Castillo el 6 febrero, 2021 - 11:01 AM

    Excelente reseña. Doña Odilíe también fue mi profesora de Estudios Sociales (Con mayúscula); de las mejores profesoras!!

  8. #11 por Leonardo Enciso el 6 febrero, 2021 - 2:48 PM

    Excelente relato , Dennis, » bien contao » , Doña Odilie , fue , también, mi profesora , en el mismo colegio, el Chepe , La recuerdo con mucho cariño y respeto .
    Muchas gracias , por sacar tiempo para compartir tan linda historia.

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