Ese nombre…¡Ni a un perro!

Autor: Guillermo Barzuna
8 de marzo de 2008

chi3Guillermo Barzuna nos da una semblanza de la creatividad (¡o falta de ella!) del tico para dar nombre a sus mascotas. Desde nombres irónicos o sarcásticos; hasta de personas.

Uno de los nombres más originales que escuché, fue el que Paquita Figueres puso a su mascota, cuando vivía entre Valparaíso y Viña del Mar, en Chile: «maje».

“Si los ticos nos caracterizamos por bautizar a los niños con nombres extraños a nuestra idiosincrasia, las mascotas terminan de pagar tanta creatividad criolla”.

Cuerpo:

Bueno, para no ser regañones pasemos ahora a hablar de los nombres de las mascotas y de los animales domésticos. En la onomástica de estos compañeros –algunos con evidente influencia extranjera– se observa un buen grado de ingenio, a veces en concordancia con rasgos del animal, por chota o simplemente por vacilón.

Veamos nombres de perros:

Peligroso: un perrito desnutrido e inofensivo.
Mirrusca: había que esforzarse para no majarlo.
Cara e’ barro: un perro que le encantaba hurgar entre la tierra.
Sócrates: no era tan sabio, ¡pero tenía unas barbas!
Nerón: excelente promotor de pleitos en el barrio.
Mota: uno muy peludo, no sean mal pensados…
Dragón: muy agresivo ¡y con un aliento!
Capitán Pirata: pelaje negro y blanco.
Burocracia: como la tortuga de Mafalda.

Y también nombres de otros animales:

Genoveva: una oveja muy bonachona.
Amanecer: por ser un pez brillante.
Bichito: un chizo pequeño.
Chingo: un gato que nació sin rabo.
Macha: una gallina amarillísima.
Huevo duro: un novillo con un olor inolvidable.

Y están los que le ponen apellido a las mascotas. Por ejemplo, los perritos de mi amiga Florita se llamaban Carita Ortiz, Borona Jiménez y Chakur Bermúdez. Y a Luna, la perra pastor alemán, le decían Luna González.

De las historias que me han contado mis amigos siempre me ha hecho mucha gracia la de Comecuandohay, un zaguatito que cuidaba la humilde casa de sus dueños como si fuera la entrada del Cielo. Este perro tenía de vecinos a Juancho, Checo, Pistolilla y Camanance, y en la zona de “clase alta” del barrio a veces convivía con Princesa, Resortes, Lobito y Canibal –a éste le encantaba comer puras cochinadas de la calle aunque tuviera su comida de primer mundo–.  Protegía a un hogar de gente adinerada, pero el zaguate nunca salió de él.

Claro que hay que tener cuidado con eso de los nombres de los animales. ¿Se acuerdan del chiste aquel, que uno decía: “¡Suelten amarras!” y el perro Marras mordió a todo el mundo?

Un amigo le puso al perrito Le Perrier, como el agua embotellada francesa, pensando que así se decía perro en francés.

Y para terminar, una señora le puso Jimmy al perro que le vendieron diciendo que era pastor y resultó zaguate, igual que Jimmy Swaggart, el predicador gringo aquel de la televisión.

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