Sobre «samuelear»

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Conocí la palabra gracias al estupendo proyecto digital de fin de curso que hicieron los chicos del Máster de EL PAÍS de el año pasado, un monográfico sobre aquellas materias poco conocidas en las que España es número uno del mundo. Rodrigo Cavalheiro entrevistaba al campeón mundial de Scrabble en castellano, un tal Enric Hernández, poseedor de un léxico impresionante.

Le interesaban a este Hernández especialmente las palabras que contienen letras de mucha puntuación, como za, expresión usada para ahuyentar a los perros o cuz, lo que se les grita para traerlos de vuelta. A las gallinas, en cambio, se las espanta diciendo ox. De algunos términos ni sabía su significado, sólo que existían. Pero también conocía el sentido de miles de vocablos rarísimos y muy útiles para cuadrar las letras en el tablero.

Uno de esas palabras curiosas que citaba en la entrevista era el verbo samuelear. Un término usado en Costa Rica que no tiene sinónimos fáciles en castellano. Según la RAE, en Costa Rica usan la palabra con el significado de «ver o tratar de ver las partes sexuales o los muslos de la mujer». Y aunque no lo diga el diccionario en el país centroamericano se usa con un matiz de clandestinidad: más o menos equivale a la actividad que desarrolla el voyeur de toda la vida. Por cierto que en esta página de la Academia se han molestado en conjugarlo en todas sus formas verbales simples: futuro de subjuntivo, samueleare; imperativo, samuela [tú]; gerundio, samueleando…

Los que participamos en el proyecto fin de máster adoptamos cariñosamente el término y le dimos un sentido más amplio que tampoco puede expresarse con una sola palabra: más o menos mirar a otra persona con disimulo e interés. «No samulees», me espeta mi amigo Manolo cuando me quedo mirando a las chavalitas que pasan por el pasillo del periódico. O bien: «Este bar es de samueleo». La palabra ha ido cuajando entre mis compañeros de trabajo y se ha convertido en una broma común, en parte de ese lenguaje compartido que es buen síntoma de que un grupo humano ya es un equipo.

En Costa Rica este simpático término está totalmente extendido. Rastreando en Internet he encontrado esta deliciosa notica en la que una secretaria denuncia a un jefe policial «por samuelearla». No se pierdan la información porque no tiene desperdicio. Comienza con un lead contundente, de los que enganchan: «Tremendo escándalo sexual se armó en la Reserva de la Fuerza Pública…». Impagable la foto del baño escenario de los hechos. Y genial el remate: «La samueleaba porque dejaba de ser la querida». Ah, hombre. Eso lo explica todo.

¿Y de dónde vendrá la expresión? Sólo he encontrado una explicación en Internet, así que vaya usted a saber. En la web www.dmelende.wordpress.com, en el apartado de costarriqueñismos y pachuquismos, hay un capítulo dedicado a «sexo y porno». Muy pudorosamente, el autor de la página advierte que «no se recomienda a personas con prejuicios o tabúes del lenguaje». Seguimos leyendo y nos enteramos de que la palabra procede un tal Samuel que vivía en la localidad de Cartago (de Costa Rica, no la de Aníbal) a principios de siglo (entendemos, del XX), muy aficionado al asunto. No es insólito que el nombre de una persona dé origen a una palabra: nos acordamos de Joseph-Ignace de Guillotin o del marqués de Sandwich, o del de Sade. Pero nos preguntamos qué clase de golfo sería el tal Samuel para haber dejado semejante impronta en el vocabulario de un país.

Foto: Sr. Ternasco

Publicado por Puesfijate a las jueves, marzo 19, 2009

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  1. #1 por entrenarte el 30 marzo, 2011 - 7:02 PM

    Lo citamos en nuestro proyecto de arte colonial. Su labor es importantísima y nos gustaría contar en «La Zona de entrenarte» con una charla suya, mientras dura la exposición de ¡de pura guaba! ¿será posible? Le adjunto aquí el vínculo al libro que publicamos que acompaña al juego:
    http://es.scribd.com/doc/50248277/%C2%A1de-pura-guaba-el-libro-2011.

    • #2 por Dennis Meléndez Howell el 31 marzo, 2011 - 7:26 PM

      Desde luego que si está dentro de mis posibilidades, lo haré con gusto. Quizás no lo sabe, pero desempeño un puesto público que es muy demandante, y apenas dedico algunos ratos de ocio a este proyecto, por las noches y los fines de semana. Pero si tengo oportunidad, me encantará hacerlo.

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